jueves, 19 de marzo de 2015

El humano, o cualquier otra criatura inteligente, no es nunca jamás el centro y la razón de ser del Universo; sólo sus expectadores y, en todo caso, indagadores.

La muerte existe porque nos la impone el Universo, que es quién nos rige.

Para todos, desde el más encumbrado al más prosternado, Él es nuestro Amo sutil. Podemos poner bombas, destruir, matar, arrazar, pero no somos nada ni somos nadie, de modo que la Verdad la tiene sólo el que se entrega a ella.


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